1/5/17

La pesadilla de Alonso: por favor, que alguien me despierte



La pesadilla de Alonso: por favor, que alguien me despierte

elmundo.es

Recuerdo que en Brasil 2005, en la última vuelta de ese histórico gran premio, en medio del entusiasmo de ver ganar un Mundial de Fórmula 1 a un español que, además, era amigo, grité: «Si esto es un sueño que nadie me despierte». Era tan bonito, tan especial ver a un país parado, detenido detrás de las pantallas de televisión, atrapado en un deporte nuevo que resultaba apasionante, volcado con uno de esos momentos mágicos, únicos, que nos abstraen de todos nuestros problemas por un rato. Era ese un sueño del que no queríamos despertar. Hoy, doce años después, voy a decir lo contrario: «Si esto es un sueño, por favor, que alguien me despierte».

Veo caminar a Fernando Alonso por el pit lane, 10 segundos antes de que se dé la salida. Bajo la mirada y exclamo, me imagino que al unísono con muchos aficionados: «¡Qué vergüenza!». Era el cuarto abandono de cuatro posibles. Éste antes de empezar. Y lo grave es que tampoco te afecta tanto. Tienes tan pocas ilusiones que ya no hace tanto daño. Esta vez ni siquiera tuvo opción de luchar por el apasionante objetivo de ser 14º o 15º, que es a lo que optaba con un motor que, si no se rompía, perdía dos segundos en las rectas. ¿Cómo? ¿Que Sauber va a usar motores Honda en 2018? Muy mal tiene que estar económicamente el equipo suizo para pegarse un tiro en el pie de este calibre. Y, claro, muy bueno debe ser el acuerdo con Honda para dejar el motor Ferrari.

La situación es un callejón sin salida bastante deprimente. Así que en lugar de sorprenderme con la magia de Fernando al volante, tratando de sacar petróleo de un coche seco, lo hago escuchando sus palabras desde el paddock. Tiene que poner el mismo tacto y control que al volante para no salirse de la trazada y decir lo que se le pasa por la cabeza. Los periodistas no le insisten, para qué. ¿Y aún hay quién critica que corra la Indy 500? Debería buscarse una carrera cada fin de semana de GP para evitar este suplicio.

A Carlos Sainz le vimos casi tanto como a Fernando durante la carrera. Más que nada porque sólo le sacaron en la realización cuando Bottas y Vettel le iban a doblar. Trabajo y esfuerzo sordo que vale un punto en una dura carrera para su Toro Rosso, que encima comenzó con sanción. Una vez más lo suyo, aunque no se vea, tiene mucho mérito.

Hay que ser un gran aficionado al automovilismo y te tiene que gustar mucho la F1 para apagar el televisor o dormirte en algún momento de la carrera. He de confesar que di una cabezada breve e inconsciente. Seguía la carrera junto a mi ordenador, escrutando los tiempos y tratando de buscar algo emocionante. Mis biorritmos fueron bajando poco a poco y ¡zas! me dormí. Si quitamos la salida increíble de Bottas, los líos de la primera vuelta y el problema de frenos de Ricciardo, sólo nos queda la peineta de Vettel a Massa cuando Felipe, al que trataba de doblar, le destrozó sus últimas opciones. Lo dicho, poca cosa más. Una cara nueva en lo alto del podio, un Hamilton apagado a 36 segundos de Bottas, unos neumáticos ultrablandos que duran más de 40 vueltas y no deberían durar más de cinco, ningún adelantamiento, una estrategia a una parada y la terrible sensación de que nada pasaba. Así que, por favor, que alguien me despierte.

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